No te extrañe si a la hoya carnosa la nombro por su nombre
vulgar de “flor de la cera” y te voy a explicar por qué.
Hace 34 años, siendo novios, mi esposa y yo fuimos a un
pueblo llamado Benahavís y que por aquel entonces no llegaría a tener más de
1.000 habitantes. Hoy tiene 7 campos de golf en su término municipal y más de “40”
restaurantes. Cuando joven yo había pasado algún verano allí ya que mi padre
fue director de una entidad bancaria y posteriormente lo fueron un tío y un
primo mío.
Así que hace 34 años, (Mi esposa y yo ya vivíamos en Málaga), visitamos
a varias personas del pueblo y nuestra sorpresa fue que cuando entramos en una
de las casas, en el patio había colgadas muchas macetas con geranios,
gitanillas y otras más.
Mi esposa se sorprendió al ver una planta que estaba en flor
y exclamó: “esta es la flor de la cera” y nos contó por qué conocía dicha
planta.
Desde que ella nació siempre hubo en su casa en Ronda, un
chale grande con un porche de entrada (especie de pórtico) donde había dos macetones
con dos hoyas carnosas que subían trepando por las columnas para seguir por el dintel
hasta que se unían la una con la otra. En primavera y en verano era un verdadero espectáculo.
Esta señora de Benahavís nos ofreció una lata (de la famosa
leche condensada) llena de tierra vegetal y un buen esqueje.
Este esqueje se crió interiormente en el ventanal de la
terraza de la cocina del piso de mi suegra y mi novia (una octava planta) por donde
a partir del mediodía y por dos o tres horas le daba el sol directo, aparte de
que al ser un patio interior de bloques de viviendas de hasta 10 plantas, los
patios interiores están todos pintados de blanco por lo que hay mucha
luminosidad al seguir dando el sol en otras paredes. Aproximadamente estuvo
allí unos diez años y la verdad es que dió muchas umbelas florecidas que eran un
verdadero espectáculo.
La Hoya terminó en casa de mi cuñada donde le busqué un buen
emplazamiento y que los primeros años que estuvo allí era muy lustrosa (mi
trabajo me costó poder guiarla clavando clavos con tacos en la pared y
amarrando cuerdas para guiar sus múltiples ramas.
Pero el capricho a mi cuñada le duró poco porque terminó por
descuidarla, así como dos buenas macetas ya crecidas que le he regalado
posteriormente.
Cuando la hoya aún estaba en el piso de mi suegra y llevando
allí poco tiempo, salieron muchos esquejes para regalar y en especial uno que
preparé yo para traérmelo a mí piso.
Ese esqueje es el que alguna vez he puesto unas fotos del
tronco con un lápiz al lado para comprobar su grosor, así como fotos de ramas
guiadas por los alambres y por cuerdas que iban por la pared pegando a techo. Ahí
es donde pude comprobar que algunas ramas pueden sobrepasar los 5 metros de
largas.
Y por eso mi afición a las hoyas, en especial la que para mí
es la madre de todas ellas: “La flor de la cera”
What a beautiful story!
ResponderEliminarThanks
EliminarAnda que historia más bonita Pepeu, hoy estoy un poco yorona jaajjaj muy bonito
EliminarHermosa y nutrida historia !!! Valió la pena... se transformaron en los jardines colgantes de Pepeuve !!!!! Me sorprendieron la primera vez que los ví, en 2011...
ResponderEliminarChe fortuna ,abitare a Malaga ,una città bellissima con un clima stupendo .Ho capito quasi tutto di ciò che hai scritto .Io sono siciliana ,ma vivo a Padova .🙋🏻♀️🤗
ResponderEliminarBella storia
ResponderEliminarMe encanta tu historia Pepeuve, yo también tengo la mía más simple pero conozco la flor de la cera también hace como treinta años, en un patio Inter de un piso en Badajoz colindante la terraza con la de mi hermana, la dueña de la cera la guió x la terraza también de mi hermana.. De ahí nos trajimos nosotros un gran esqueje que sembró mi marido en al lado del tronco de una parra, ahí creció y floreció x mucho tiempo, pero lo mismo le daba el sol como pasaba los inviernos a la i.ta
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