Aprendes las nuevas tecnologías y atentamente vas tomando moderada noción de inhabituales y recién incorporados conceptos. Con cohibidas zancadas navegas y atraviesas la urdimbre de una embarullada Internet. Juiciosa y sosegadamente te asientas en esta frenética y bulliciosa avenida.
Ves pasar delante tus ojos a nautas cincelados en diferentes metales sociales y en tu obscura ignorancia te atreves a hacer una criba intentando separar a aquellos que tal vez sean los privilegiados esculpidos con pulcritud y entrega.
Piensas encontrar quiméricos navegantes aclimatados en la sensatez y cautela, muy lejos de la bastedad y chabacanería. Crees prudentemente que acertaste en tu complicada y engorrosa elección.
Te lanzas a la conquista de una amistades preferenciales y de pronto te das cuenta que por delante de ti y en la pantalla de tu pc solo han pasado millones de bits que por ciertas circunstancias llegaron por milésimas de segundo a hacer una fotografía casi verídica del mundo en el que caprichosamente has entrado.
Pero todo queda en una impecable alucinación alimentada por unas mal manejadas reflexiones que no supieron ponerse en su acertado y correcto emplazamiento.
Hasta que llegue el día que la tecnología haga esta solicitada criba, en este mundo irreal es mejor el absentismo cibernético.
Pepeuve
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